Llegamos poquito antes de las cinco de la tarde y ya había un montonal de gente ocupando la explanada de la Plaza de las Artes del CENART, en donde se realizaría la inauguración de la exposición organizada por el CENIDIAP, en colaboración con el INAH e integrantes del programa Jóvenes Construyendo el Futuro. Los asistentes se conocen entre sí: intercambian abrazos, sonrisas, apretones de mano, besos y conversaciones de todo tipo. La concurrencia es familiar, hay niños, niñas, bebés, jóvenes y sobre todo gente de la tercera edad, que ha sido y es compañera de la lucha compartida en el recorrido de una vida dedicada a la praxis estética libertaria. Reunidos, pues, a pesar de la lluvia que comenzaba de a poquitos a refrescar el ambiente, los colegas, estudiantes, discípulos y familiares más cercanos del Maestro Alberto Híjar, escuchamos los discursos inaugurales.
Se habló de la imperiosa necesidad de afectar todo el proceso histórico, consigna irrenunciable para cualquier actividad humana, en lo que implica el compromiso de trabajar por una memoria viva, desde el presente y para el futuro, donde se convoque a la vuelta de los muertos que la productividad mercantil mundializada intenta sepultar bajo el polvo del olvido, pero, que resulta inextinguible como llamarada en la piel enrojecida y voluntad de eternidad voluptuosa, liberada.
Se habló de camaradería en la labor de los trabajadores del CENIDIAP
que cuidaron, acomodaron, cargaron y hasta pusieron de su bolsa, para hacer
posible la exposición en homenaje al Maestro y también a todos quienes desde la
lucha estético-política han estado de su lado, esto es, desde abajo y a la
izquierda.
Se habló de la necesaria producción, reproducción y circulación
del trabajo del arte y la cultura: una cultura popular por su lugar de
enunciación en poéticas libertarias que se germinan y florecen desde las luchas
sociales como motor de transformación radical del mundo.
Se gritaron consignas: ¡Porque vivos se los llevaron! ¡Vivos
los queremos!
Finalmente, habló el Maestro: sentado desde su banco, con un semblante alegre y su conocido sentido del humor, dió gracias por el afecto y el interés histórico que hizo posible la selección y el montaje de la exposición. Agradeció también el amor que lo ha mantenido con vida y en lucha, para inmediatamente después, y como bien lo menciona el director del CENIDIAP en el texto que arranca el recorrido de la muestra, hacer la imprescindible y despiadada crítica que trajo a la memoria de todos, entre otras cosas, el secuestro, la desaparición forzada y la tortura que viviera y de la cual, a diferencia de tantos y tantas, pudo sobrevivir gracias a la organización colectiva de una red solidaria de cariños, ternuras y aprecios, para dar cuenta de la brutalidad manifiesta por aquellos a quienes ni la memoria del Maestro, ni la memoria de nadie, les merece perdón u olvido.
Agradeció a todos y agradeció a su nieto por sus viñetas maravillosas expuestas en el recorrido del homenaje, como gesto que invita a no olvidar la vital necesidad de la ironía y el buen humor para la reflexión histórica y, también, para el ánimo de una lucha que no debe empantanarse en la nostalgia llorosa, sino organizar toda alegría irreverente hasta alcanzar la victoria.
Luego, saludó a sus compañeros y compañeras entrañables,
asistentes a la inauguración del montaje, para decir junto con ellos: ¡La lucha
sigue!
Entonces, nos fuimos a hacer la fila que se alargaba en el ánimo de entrar a la recién inaugurada exposición. Detrás de nosotros, se formó un compañero que nos dijo había llegado tarde por venir caminando desde muy lejos y con la costilla rota. A pesar de su malestar y del esfuerzo, se le veía contento de estar ahí, para atestiguar el acontecimiento histórico de un homenaje que lo convocaba en sus convicciones. Nos preguntó si el Maestro Híjar había podido asistir y le dijimos que sí, que ahí estaba, que se le veía entero y feliz. Luego, se quejó de que la inauguración no hubiera sido en otro lugar, en un espacio más importante, por ejemplo en el Aula Magna José Vasconcelos y nosotros coincidimos, preguntándonos, también: ¿Por qué no se programó esto en Bellas Artes? ¿Dónde está la prensa nacional? ¿Dónde están los estudiantes de las escuelas de arte? ¡Tenían que haber venido! ¡Tienen que venir!
Y es que dentro de la sala, se exhibe una muestra invaluable
de la historia de nuestro país como recorrido de un trabajo colectivo y a
partir de la figura de quien es el más importante crítico de arte en México y
Latinoamérica, heredero teórico de David Alfaro Siqueiros, formador de gran
número de generaciones de trabajadores del arte y la cultura, impulsor de
iniciativas transformadoras como el Curso Vivo de Arte, el Taller de Arte e
Ideología, el Frente Mexicano de Trabajadores de la Cultura, los autogobiernos en
la Facultad de Arquitectura de la UNAM y en la Escuela de Antropología e
Historia, la Revista Archipiélago y Cuba y Latinoamérica Unidas, así como el Colectivo
Híjar, que se conformara el 26 de septiembre del 2014, en apoyo solidario a los
jóvenes normalistas de Ayotzinapa y cuyo trabajo de organización y lucha
continúa hasta la fecha; es decir, hasta alcanzar la verdad y la justicia.
Por supuesto, también hay obra del mismo Híjar y una línea de tiempo que sintetiza los acontecimientos más importantes en su trayectoria; así como documentos, libros, carteles y otros objetos que son, cada uno y en conjunto, memoria preciosa de la lucha histórica nacional en su proceso desigual y combinado, como pugna emancipadora que se establece desde una dimensión estética en pro de la liberación de las fuerzas productivas.







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