Ir al contenido principal

¡Ay, que me abraso, ay!

El ejercicio polifónico da inicio con la atmósfera de un mercado. ¡Qué mejor espacio-tiempo para preguntarnos sobre la identidad de lo que somos! El rumor de la vendimia en la gritería de actores y actrices arma la atmósfera de lo que hubiera sido la gran Tenochtitlán del México prehispánico y luego, casi inmediatamente, se modifica el barullo rumbo al tiempo colonial que, con su música, anega la imaginación del respetable convocado. Todo apenas sugerido. Entonces, el sistema de castas con sus identidades variopintas -criollos, mestizos, mulatos y hasta el saltapatrás- es mencionado en la conversación donde, muy afortunadamente, el tonito chilango que alarga las vocales y nos remite a nuestro tiempo, va narrando la mezcolanza del imaginario monstruoso durante el dominio español en América, como marea de lo que habremos de escuchar hasta inundarnos. Es el presente que se funde con aquel pasado que todavía hoy nos resucita en la verbena. Así, el novohispano en la música barroca arma su recital profuso. En el espacio escénico del Teatro El Granero, Xavier Rojas, dispuesto a tres frentes y prácticamente vacío, destacan los cuerpos en esculturas talladas haciendo por evocar el espíritu de la época, cuando las piernas dibujan pliegues y los brazos arcos amplios. Siempre de este modo, las piezas musicales dan paso al inicio de la loa para el autosacramental de "El divino narciso" donde la alegoría de la música habla por primera vez a los nobles mejicanos. También entreverados con una trama ligera, se recitan otros fragmentos de Sor Juana Inés de la Cruz y de Bernardo de Balbuena algunos trozos de su Grandeza Mexicana; con lo que las palabras de los poetas, producto de su tiempo, son rescatadas del ayer lejano para darles voz en cuerpo. Las cinco actrices y los cinco actores hacen bien el trabajo honesto de dirigirse directamente al público que se encuentra iluminado y para hacerlo sentir partícipe de la celebración. La intención colectiva es de la fiesta que se revienta al final con el pulque compartido para quien guarde la sed y que termina por animar al público que acompañó con palmas la última canción. Mención especial merece el ensamble bien entonado, armónico y siempre alegre, acompañado de una guitarra que organiza efectivamente al coro. Sobresalen las actrices muy animadas y en especial las dos cantantes soprano, con el extraordinario despliegue de sus habilidades vocales. También sorprende Alhelí Abrego haciendo paréntesis actoral bien respirado, que construye atmósfera rica en el instante de sus recitaciones. De este modo, el montaje ofrece un festejo melodioso en que ninguno desafina y, por el contrario, se disfruta y agradece la entrega irreprochable del esfuerzo grupal; cuando, además, el espectáculo desborda sus intenciones más allá de la función y a través del programa de mano en donde se pueden encontrar las letras de las canciones que fueron interpretadas.

¡Ay, que me abraso, ay! tendrá el día de hoy, a las 18 horas, su cierre de temporada en el Centro Cultural del Bosque, con la dramaturgia y dirección escénica de Alfredo Monsiváis, la dirección artística de Erik Pérez y el trabajo de los actores-cantantes Karen Laguna, Verónica Ramos, Alfredo Monsiváis, Fernando Sánchez Cervantes, Erandeni Durán, Alhelí Abrego, Erandi Tuero, Erik Pérez, Oscar Flores e Iztany Nava.

Para seguir el trabajo de estos artistas: @ensambleaureo



Fotografía: Verónica Albarrán



Comentarios

Las más leídas:

Aleteo

Antes de entrar al teatro: La curiosidad se dispara cuando la publicidad de la obra teatral nos promete abordar un tema sensible, relevante y de gran trascendencia histórica para todas y todos quienes vivimos en la Ciudad de México: un posible temblor de inusitadas magnitudes se pronostica azotará la vida urbana del monstruo en que nos situamos. De inmediato, el imaginario de una memoria colectiva se pone en juego a través de las imágenes, sensaciones, aromas y sonidos (alarma sísmica) que nos han tatuado el registro corporal de los recuerdos. Incluso el gesto del puño levantado en la exigencia de un obligado silencio que, por cierto, se ha desplazado como estrategia colectiva para otras actividades masivas, en donde la emergencia de la vida acontece a mitad de la marcha, el concierto, o la asamblea... también, y sobre de esto, los asuntos no resueltos que siguen constituyendo lucha para los colectivos de vecinos organizados a fin de recuperar las viviendas perdidas, derrumbadas, hech...

NUBES ATIBORRADAS LLOVIERON SUEÑOS O LAS PERSPICACIAS DEL AMOR. UN TRATADO SOBRE EL AMOR EN CINCO ENTES

En principio, resulta importante decir que el espacio cultural del Teatro La Capilla -fundamentalmente bajo la dirección artística de Boris Schoemann-  constituye un espacio fértil para el trabajo de colectivos y artistas teatrales independientes que encuentran, en este sitio específico de la Ciudad de México, un lugar privilegiado para la investigación teatral, puesto que se hace posible la experimentación libre, franca y desentendida de cualquier atadura institucional, ante la búsqueda por detonar lenguajes y discursos sobre nuestra realidad y nuestro tiempo. De este modo, la comprobación de los trabajos autónomos en su encuentro directo e íntimo con el público asistente, construye conocimiento y abre paso para el trabajo de jóvenes agrupaciones teatrales dedicadas a la exploración de la escena y, en esto, al planteamiento de sus disertaciones sobre el mundo que somos y a la materialización de sus correspondientes estéticas resultantes. Es así como, el teatro fundado por Salvador...