La imagen en la pantalla ilumina a los personajes desde ángulos imposibles para la dinámica de la luz planteada por los interiores (puertas, ventanas, candiles, velas, etcétera). En general, mucha luz, luz blanca nebulosa atravesada por resplandores de un ámbar que no se difumina, al contrario, parece emanar de los cuerpos de los propios personajes o yuxtaponerse con el ambiente general, como una capa extra de pintura que no puede disolverse en el entorno, similar a las láminas de acetato cuando se acumulan sobreponiéndose en los viejos proyectores o en el diseño digital de las plataformas que hoy son de uso común. Esta luz prístina hace saltar los colores y nos recuerda los filtros de las redes sociales o el retoque a mano que solían hacer los pintores sobre los antiguos retratos de estudio. De este modo, la imagen cinemática se vuelve irreal en la superficie sin fondo con que brilla. Luego, la cámara se desplaza constantemente entre los actores, como si fuera un personaje que habita ...
Artes escénicas, artes visuales e interdisciplina.