Aquí entre nos, luego de ver el teatro que se hace en los teatros y sin tener, por supuesto, nada en contra de la producción teatral o del artificio del edificio teatral per se, me sedujo la invitación de visitar una puesta en escena presentada en una hermosa casa, ofrecida por @cc.maquinassimples como dispositivo interdisciplinario para -entre otras muchas posibilidades que se vislumbran- la programación de puestas en escena.
Múltiples expectativas
surgieron ante la potencial alternativa de una teatralidad cuyo lenguaje irrumpa
el cotidiano de lo íntimo, para habilitar la vivienda privada en tanto espacio
público capaz de estallar una dimensión estética, en el sentido de Marcuse, y
que muy bien explica el principal filósofo, investigador y crítico de arte de
nuestro país, el maestro Alberto Híjar, en el documental “A la calle. Okupar,
resistir, construir”:
...necesidad de placer y dolor construida más allá de los
signos artísticos como necesidad constante de relaciones humanas que tengan que
ver con la equidad y con la plenitud de la especie humana. (…) Muy importante porque
es una manera de superar el aura artística y los mitos y ritos engendrados
históricamente sobre ella, que tanto daño han hecho a la reflexión sobre los
procesos de significación.
Ahora bien,
luego de asistir a la casona ubicada en el número 39 de Miguel de Mendoza en la
Colonia Merced Gómez, y considerando que lo visto se encuentra entre lo más
interesante de la actual cartelera teatral de la Ciudad de México, quisiera
proponer, en esta ocasión, el recorrido de mi experiencia como listado de razones y motivos por los que asistir
a +Querelle resulta una tarea obligada:
1.-Dado que
el Centro Cultural Máquinas Simples, que perteneciera en vida al poeta José
Luis Bobadilla, se plantea y mantiene -luego de poco más de un año de
actividades- todavía como proyecto de producción y circulación no reductible al
mercado del arte y a la industria de la significación, me parece que es tierra
fértil para el surgimiento de un sujeto no mercantil, liberado de la ley del
valor, en cuya potencia se despliegan promesas utópicas de creación emancipada.
2.- Al
llegar a la casa, sin ningún letrero o cartel que anuncie las actividades del
centro cultural y luego de tocar el timbre, abre la puerta Viridiana Narud y la
encantadora perrita Maggie, para darnos paso a una sala amplia, acogedora y
bien iluminada. De este modo, nos acomodamos con la confianza de los viejos amigos,
invitados a una fiesta que comenzaría unos minutos después en el segundo piso.
Mientras esperamos la llegada de otros visitantes que reservaron dos lugares de
los únicos catorce disponibles para la presentación de +Querelle, la perrita
Maggie nos llena de cariños y Viridiana conversa sobre el proyecto de este
espacio que, de inmediato, se antoja fecundo para la imaginación creadora: los
artistas pueden trabajar en toda la casa, en cualquiera de sus habitaciones o
en todas, pero, con la condición de que esto suceda en diálogo con lo que este
espacio es de suyo, sin querer convertirlo en caja negra, por ejemplo. Lo que
aquí se presenta está pensado para aprovechar la arquitectura de la casa, para intervenir
sus cavidades (sala, comedor, cocina, escalera, habitaciones, baño, balcón,
patio, etcétera) según las posibilidades que presenta en tanto dispositivo; es
decir, como lugar de juego desde las posibilidades e imposibilidades que la arquitectura
establece en su diseño.
3.- Las
paredes de toda la casa son lienzo en blanco, apenas con algún estante sin
ocuparse, un espejo, un par de cuadros, el tapete en donde Maggie se echa y
rasca el costillar perruno, y algunos muebles para la espera humana. En la
pared del recibidor se presentan los dibujos de Joaquín Fierro, cuyo detonador es
la gráfica de Jean Cocteau, pero que, en todo caso, se sostienen por sí mismos
y funcionan como proemio para animar la fantasía lúbrica rumbo a la dramaturgia
original de Alan Escalona, inspirada en la novela erótica de Jean Genet, así
como en la película de Fassbinder. De este modo, la práctica de las
artes plásticas resulta elemento constitutivo de la experiencia teatral, donde
los compartimentos de las disciplinas se desbordan: gráfica erótica de una
angustia delirante que derrama la savia de los personajes eléctricos en su placer genésico solitario, adelantando las escenas que, luego, en la
representación teatral serán sugerencia seductora, insinuación magnética para
completarse de la mejor manera que es posible: con el imaginario monstruoso y
desmesurado del público que hace de voyeur
con su mirada silenciosa.
4.- Viridiana
nos anuncia que la función va a comenzar y subimos por la amplia escalera en
suave espiral de dos tramos compensada, con un techo alto que amplifica la sensación
del cuerpo.
5.- Entramos
a una de las habitaciones de este segundo piso, donde ya nos esperan los
asientos que ocuparemos. Aquí, las paredes están recubiertas de un tapiz verde
oscuro con recargado de lóbregas florecitas amarillentas, apenas perceptibles.
Sobre un tapete en el piso, un hombre con el torso desnudo descansa el pie en
el teclado de un pequeño sintetizador que se ilumina por una lámpara vieja al
estilo victoriano y que, a su vez, sostiene un par de guantes de ópera.
6.- A partir
de este momento, la historia se despliega frente a nuestra mirada inquieta, en
una maniobra afortunada por el cuidado en el uso de todos los rincones que
provee la pequeña habitación en su relación con la casa.
7.- La
dirección aprovecha cada perspectiva posible, abriendo los espacios de la
habitación, uno por uno, sin prisa, y desplazando la profundidad de la mirada hasta el más
lejano de los alcances que ofrece la isóptica desde el sitio de butacas. De
este modo, Alan Escalona conecta la visión de los espectadores, con ángulos que
desbordan el interior de la habitación.
8.-Así, los actores
establecen, se apropian y cohabitan en el laberinto infinito de atmósferas múltiples del barco que es, ahora, la casa entera.
9.- Cuando
el esfuerzo de la imaginación rigurosa y liberada convoca lo extraordinario,
sucede el hechizo de la coincidencia afortunada: aquella noche la lluvia
tormentosa y los relámpagos cegadores completaron la presencia del mar
encabritado y la habitación parecía sacudirse por el embate peligroso de las
olas.
10.- En este
universo creado, la violencia en el conflicto de la trama excitó pasiones rijosas
de frotamientos y penetraciones húmedas para placeres subsumidos que se
resisten a la aniquilación.
11.- Todo
desde la necesaria insinuación seductora en el placer de un eros órfico que requiere
del subterfugio de la luz y la sombra para su liberación. En esto, la iluminación
NO resulta luz pornográfica de aparador de carnicería, NI estridencia de
colores chillones que van y vienen, cuando bien nos va, para ilustrar estados
de ánimo o temperaturas, o, en el peor de los casos, como desconcierto azaroso de
luces en la percepción ebria del antro enajenante. Por el contrario, aquí la
iluminación -activada por los propios histriones- construye un lenguaje que multiplica
los ecos del discurso: transparencias, distorsiones, reflejos y un inesperado
rayo de sol entrando por el tragaluz del cuarto de máquinas, nos deslumbra
la mirada en plena noche.
12.- La única
patrona del lupanar, la proxeneta, creada por Miguel Narro es un trabajo
actoral complejo y de altos vuelos porque arriesga la ambigüedad erótica de
su teatralidad en la producción de un sujeto irreverente, colmado de pasión amorosa,
recelos enardecidos y una fragilidad humana que se revela en el canto de su falsete
melancólico. Narro encarna las reducciones órfico-narcisistas como rechazo a
aceptar la separación del objeto (o el sujeto) libidinal. El rechazo aspira a
la liberación, a la reunión de lo que ha llegado a estar separado, al eros
completo, integral y pleno que es reivindicación de la homosexualidad como
protesta en contra del orden represivo de la sexualidad procreativa (Híjar).
13.- El equipo
comprometido de actores trabaja por esta misma lucha, desde los diferentes
roles que juegan sus personajes, con la seriedad y la entrega que implica poner
el cuerpo, la sensibilidad y la imaginación desmesurada en tanto búsqueda por
emancipar los placeres del mundo para la transformación de la humanidad. Por
supuesto, en esta búsqueda se ponen en juego las contradicciones dialécticas del
egoísmo brutal que convierte los cuerpos en transacción para el beneficio
codicioso.
14.- Sobre
el diseño sonoro: se agradece que la música constituya un hilo que teje con
delicadeza, desde el canto de Narro, o en los breves momentos del pequeño
sintetizador y, solo una vez, con el audio de un pulso que construye atmósfera.
Esto, permite disfrutar la riqueza del silencio, el matiz de las voces, el andar
de los pasos, el contundente cierre de puertas y el rumor constante de la
lluvia.
15.- Además
de los personajes bien desarrollados por Héctor Sandoval (Capitán y René), Fernando
Bueno Lacy (Querelle), Miguel Narro (Proxeneta y Jérôme), Ricardo Ripol (ludópata
y policía) y Habo Márquez (Loro), hay la presencia de otro personaje que, por
lo menos la noche de ayer, hizo aparición en la obra: se trata del propio
director y dramaturgo, Alan Escalona, quien sentado desde una de las sillas para
el público, no puede evitar emocionarse con el acontecimiento teatral. Su risa
irónica y el cuerpo nervioso que toma notas con vehemencia, se incluye al suceso
teatral como una capa externa que dialoga hacia el interior de la ficción, al tiempo
que nos recuerda sobre la labor de mirones que hemos sido invitados a jugar.
16.- Una sola cosa para recriminar: es una pena que los catorce lugares dedicados al público no hayan estado ocupados, cuando el trabajo vale más de lo que establece el costo del boleto.
+QUERELLE se
presenta todos los sábados y domingos del 19 de julio al 7 de septiembre, a las
20 horas, en el Centro Cultural Máquinas Simples. Para reservar sus boletos o
cualquier otra información, se solicita enviar un mensaje de whatsapp al
5549329567.
FOTOGRAFÍAS: @Vero_AlbarranMX
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