Conocí el Foro Contigo América en el año 2003 y recuerdo haber asistido a los funerales de Blas Braidot, ahí mismo, en la casona del 156 de la colonia Nápoles, el 18 de enero de ese mismo año. El féretro estaba puesto al centro del escenario y rodeado por mucha gente que lloraba la partida de un hombre que influenciado por el maestro salesiano, Machado Rivas, dejara la práctica del ping pong y otros deportes a los tiernos 13 años, para incorporar su vida entera a la actividad teatral y convertirse, luego, en uno de los fundadores de “El Galpón” en Montevideo. Entre quienes lo despedían estaba Raquel Seoane, compañera de Braidot por muchos años: una mujer pequeñita de mirada suave y amable, siempre cubierta la espalda con un chalecito tejido de punto grueso (al menos así la recuerdo) y con el apoyo de un bastón que le ayudaba a andar de aquí para allá sobre el escenario o fuera de él. Blas Braidot y Raquel Seoane llegaron exiliados a México, luego de haber sido presos en el Uruguay d...
En un escenario desnudo, sin mayores telones que aforen o escenografías que engalanen, con el espacio teatral prácticamente vacío… No, no, no. ¿Qué estoy diciendo? Esperen un momento, comencé mal; esto primero que he dicho no es del todo cierto. ¿Dije escenario vacío? No, no y no. Corrijo: Con muy pocos elementos sobre las tablas, el universo del unipersonal “NO CONCRETO” convoca a la ciudad entera y el teatro se colma: caminatas nocturnas sobre Calzada de Tlalpan en el encuentro electrizante de sus hoteles y sus putas, música de los puestos callejeros que con cumbias, salsas y bachatas construyen la atmósfera del paso citadino, callejones rinconeros develándose como lugar inesperado para el besuqueo adolescente, soledad de las banquitas en los parques enrejados manifestando su falta de luz y el peligroso ahogo de la asfixiante sombra cómplice; y, también, el humano cruce con el canto inconfundible del señor de los tamales entonando su vendimia, o el brazo correoso del a...